De Arturo Pérez-Reverte

domingo, 3 de enero de 2010

PERMITIDME TUTEAROS, IMBÉCILES

Cuadrilla de golfos apandadores, unos y otros. Refraneros casticistas analfabetos de la derecha. Demagogos iletrados de la izquierda. Presidente de este Gobierno. Ex presidente del otro. Jefe de la patética oposición. Secretarios generales de partidos nacionales o de partidos autonómicos. Ministros y ex ministros -aquí matizaré ministros y ministras- de Educación y Cultura. Consejeros varios. Etcétera. No quiero que acabe el mes sin mentaros -el tuteo es deliberado- a la madre. Y me refiero a la madre de todos cuantos habéis tenido en vuestras manos infames la enseñanza pública en los últimos veinte o treinta años. De cuantos hacéis posible que este autocomplaciente país de mierda sea un país de más mierda todavía. De vosotros, torpes irresponsables, que extirpasteis de las aulas el latín, el griego, la Historia, la Literatura, la Geografía, el análisis inteligente, la capacidad de leer y por tanto de comprender el mundo, ciencias incluidas. De quienes, por incompetencia y desvergüenza, sois culpables de que España figure entre los países más incultos de Europa, nuestros jóvenes carezcan de comprensión lectora, los colegios privados se distancien cada vez más de los públicos en calidad de enseñanza, y los alumnos estén por debajo de la media en todas las materias evaluadas.

Pero lo peor no es eso. Lo que me hace hervir la sangre es vuestra arrogante impunidad, vuestra ausencia de autocrítica y vuestra cateta contumacia.

Aquí, como de costumbre, nadie asume la culpa de nada. Hace menos de un mes, al publicarse los desoladores datos del informe Pisa 2006, a los meapilas del Pepé les faltó tiempo para echar la culpa de todo a la Logse de Maravall y Solana –que, es cierto, deberían ser ahorcados tras un juicio de Nuremberg cultural–, pasando por alto que durante dos legislaturas, o sea, ocho años de posterior gobierno, el amigo Ansar y sus secuaces se estuvieron tocando literalmente la flor en materia de Educación, destrozando la enseñanza pública en beneficio de la privada y permitiendo, a cambio de pasteleo electoral, que cada cacique de pueblo hiciera su negocio en diecisiete sistemas educativos distintos, ajenos unos a otros, con efectos devastadores en el País Vasco y Cataluña.

Y en cuanto al Pesoe que ahora nos conduce a la Arcadia feliz, ahí están las reacciones oficiales, con una consejera de Educación de la Junta de Andalucía, por ejemplo, que tras veinte años de gobierno ininterrumpido en su feudo, donde la cultura roza el subdesarrollo, tiene la desfachatez de cargarle el muerto al «retraso histórico».

O una ministra de Educación, la señora Cabrera, capaz de afirmar impávida que los datos están fuera de contexto, que los alumnos españoles funcionan de maravilla, que «el sistema educativo español no sólo lo hace bien, sino que lo hace muy bien» y que éste no ha fracasado porque «es capaz de responder a los retos que tiene la sociedad», entre ellos el de que «los jóvenes tienen su propio lenguaje: el chat y el sms». Con dos cojones.

Pero lo mejor ha sido lo tuyo, presidente –recuérdame que te lo comente la próxima vez que vayas a hacerte una foto a la Real Academia Española–. Deslumbrante, lo juro, eso de que «lo que más determina la educación de cada generación es la educación de sus padres», aunque tampoco estuvo mal lo de «hemos tenido muchas generaciones en España con un bajo rendimiento educativo, fruto del país que tenemos».

Dicho de otro modo, lumbrera: que después de dos mil años de Hispania grecorromana, de Quintiliano a Miguel Delibes pasando por Cervantes, Quevedo, Galdós, Clarín o Machado, la gente buena, la culta, la preparada, la que por fin va a sacar a España del hoyo, vendrá en los próximos años, al fin, gracias a futuros padres felizmente formados por tus ministros y ministras, tus Loes, tus educaciones para la ciudadanía, tu género y génera, tus pedagogos cantamañanas, tu falta de autoridad en las aulas, tu igualitarismo escolar en la mediocridad y falta de incentivo al esfuerzo, tus universitarios apáticos y tus alumnos de cuatro suspensos y tira p'alante.

Pues la culpa de que ahora la cosa ande chunga, la causa de tanto disparate, descoordinación, confusión y agrafía, no la tenéis los políticos culturalmente planos. Niet.

La tiene el bajo rendimiento educativo de Ortega y Gasset, Unamuno, Cajal, Menéndez Pidal, Manuel Seco, Julián Marías o Gregorio Salvador, o el de la gente que estudió bajo el franquismo: Juan Marsé, Muñoz Molina, Carmen Iglesias, José Manuel Sánchez Ron, Ignacio Bosque, Margarita Salas, Luis Mateo Díez, Álvaro Pombo, Francisco Rico y algunos otros analfabetos, padres o no, entre los que generacionalmente me incluyo.

Qué miedo me dais algunos, rediós. En serio. Cuánto más peligro tiene un imbécil que un malvado.
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Arturo Pérez-Reverte
XLSemanal

1 comentario:

MISMA MUJeR dijo...

Universitarios apáticos. Yo lo fui, y te voy a dar mis ''justificaciones''; fui apática porque no sabía bailar y no me gustaba enredarme con los profesores en relaciones sexuales insanas, porque todas las chicas que lo hacían tenían becas -que no necesitaban y yo si- y calificaciones excelentes, respondiendo fantásticamente a preguntas como: ¿Cuál es la escuela de psicología por la que te inclinas? Pues obvio que la UAT!, mientras todos los demás nos preguntábamos si estaba bromeando o no, pero no era así, sin embargo el promedio de esa chica fue mejor que el mío.

También fui apática porque no soy buena en deportes y las chicas y chicos de basquetbol pasaban las materias sin asistir a clases, mientras que yo me levantaba a las 5 de la mañana para llegar puntual a cada una de ellas.

Fuí apática porque no me gusta la política estudiantil y los grupos de la escuela podían conocer los exámenes antes de que los presentaran, por lo tanto aprendiéndose de memoria las respuestas obtenian diez.

Fui apática porque nada me ofrecian, ningun reto, ninguna prueba de inteligencia o de opinión personal, pocos maestros podían ponernos a pensar y a dudar, pocos se interesaban por enseñar o guiar.

El estado está mas preocupado por la política que por la educación, por los artistas de mala muerte que por los conocimientos. Todos le aplauden a los que se esfuerzan en verdad y todos ovacionan a los que sentados viendo la televisión se aferran a los ídolos de 'la academia' y diversos shows de realidad falsa.

Bravo, por los gobernantes que no conocen a Sabines y que le cambian el nombre a los escritores más dedicados y excelentes, bravo por aquellos que cantan el reggeaton y no conocen la trova, bravo por los políticos que usan mal el lenguaje para que 'el pueblo los entienda', bravo por esta sociedad mediocre en que vivimos y que está guiando a los jovenes del futuro a ser gente mediocre como ellos, sin mas aspiracion que un puesto en gobierno en el que solo sirvan cafe y saquen copias.

Bravo por la guerra estúpida sin cuartel que tenemos en mi estado: Tamaulipas, al que los mismos ciudadanos en un afán por ser graciosos llaman: Mataulipas, bravo por toda la gente que prefiere ver videos en youtube de un niño cayéndose o un borracho simpático que preocupados por hacer algo.

Bravo por la destrucción que los gobiernos avalan.

Bravo por todo lo que nos callamos por miedo y por todo lo que decimos y que nadie toma en cuenta.

Ojala hubiera más gente que se preocupa y se ocupa.

Un beso, de una universitaria apática que hasta ahorita sólo ha podido conseguir trabajos fuera de mi carrera y sigue escribiendo como loca para ver si alguien la lee y se da cuenta lo que tiene en su interior.

Gracias por escribir, me da un poco de fe ver que hay más gente que se interesa y preocupa por todo lo que pasa en el planeta.