"Esos jóvenes suelen tener exactamente el número de años que el PNV gobierna en Euskadi"
Pues la verdad es que no sé de qué carajo se sorprenden. Parece que los haya pillado de sorpresa el hecho de que los gudaris tengan ahora veinte años y sean analfabetos y fanáticos. Parece mentira, dicen. Todos esos jóvenes descarriados y manipulados, etcétera. Los oyes y parece que todo haya sido un descubrimiento reciente, un fenómeno espontáneo del que nadie se hace responsable. Cada vez que veo al lehendakari Ibarretxe llorando en público -el político más valorado del País Vasco, ojo- sobre lo malos que son los malos y cómo se niegan a portarse bien cuando se les piden las cosas por favor, y veo a Anasagasti, que toma distancias desde que a su señora madre quisieron hacerla carbonilla en un autobús, o veo a Arzalluz irritado porque los chicos de la gasolina se han vuelto chicos de la pistola y chicos del mando a distancia y lo están fastidiando más a él y al PNV que a los ocupantes españoles, que es a quienes tendrían que fastidiar -por lo menos- si tuvieran las ideas claras, sigo preguntándome si alguien se siente culpable de algo en este país de caraduras y primaveras en el que tengo la desgracia de vivir. Si alguien conoce el significado de las palabras responsabilidad y remordimiento.
A estas alturas no es ningún secreto que el retrato robot del etarra de nueva generación es el de un individuo muy joven, fanático, educado en el odio y la violencia, de bajísimo nivel cultural e intelecto no demasiado vigoroso. Y cada vez que aparece en la tele una foto, los datos biográficos confirman ese perfil. El detalle en el que nadie entra es que esos jóvenes suelen tener exactamente el mismo número de años que el PNV gobierna en Euskadi con amplísimas atribuciones que han convertido el País Vasco en una de las dos autonomías -la otra es Cataluña- más avanzadas e Independientes de Europa. Porque allí no son los malvados españoles centralistas los que forman a la Juventud, ni quienes crean el ambiente político adecuado para que estos jóvenes anhelen liberar su patria oprimida. Es el PNV el que lleva dos décadas formando a la juventud como le sale literalmente de los cojones. Los planes de estudio, los libros de texto, el corro de la patata en las ikastolas cantando contra lo español y la chusma inmigrante invasora, funcionan hace mucho, no sólo con impunidad, sino con el aliento de los que controlan AJuria Enea, y de la numerosa clientela que de la teta nacionalista mama y vive. Y con tales antecedentes, oh prodigio, resulta que ahora se sorprenden, mecachis en la mar, de que esos chicos violentos y fanáticos hagan lo que hacen. De dónde coño, se preguntan, habrán salido.
Pero no se trata de ellos solos. Porque en esta peña de fariseos, los otros, españolistas, o hispano vasquistas, o de izquierdas o de derechas, o como se llamen, parece que acaban de despertarse ayer.
Hay que ver qué malos y qué falsos son los del Peneuve, dicen. Cómo han consentido y consienten.
Pero ellos también han estado la mayor parte de esos veinte años que tienen Asier, o Edurne, o Mikel, dejando hacer y tocándose los huevos. Sabiendo adonde llevaba todo eso, pero bien calladitos para que no fueran a decir de ellos, por Dios que entorpecían la libertad o el progreso de los pueblos. O para gobernar. Nadie dijo ni pió cuando aparecieron hace quince o veinte años –el Pesoe gobernaba, por cierto, con los votos del PNV, y viceversa- los primeros libros de texto que hablaban de la opresión hispana y de la diferencia racial, en una España donde gracias a la reforma educativa de Maravall y Solana cada perro se lamió su órgano. Todos se callaron como putas, atentos cada cual a lo suyo, y sólo las han piado cuando los que estudiaron -poco, encima- en aquel ambiente y con aquellos libros de texto han empezado a pegarles, como era de esperar, tiros en la nuca. La derecha, porque no se notase mucho que era derecha; y encima va y se despierta no en la primera, sino en la segunda legislatura, y entonces se le ocurre condecorar a Melitón Manzanas. El Pesoe, ya ven.
Y la presunta izquierda -que tiene huevos llamarse izquierda con el payaso Fofo dirigiendo Ezker Batúa-, sin reconocer todavía su gran pecado: el gravísimo error histórico, no asumido oficialmente por nadie, de ser boba compañera de viaje del nacionalismo paleto y excluyente, olvidando el hecho de que la izquierda es solidaria e internacionalista, que nunca ha habido un nacionalismo de izquierdas en la puta vida, y que los caciques de pueblo son siempre aliados objetivos de los curas y de la derecha más reaccionaria y cerril. Y no me vengan ahora con eso de que este Reverte qué anticlerical y qué cabrón es, porque ya me sé la copla.
Acuérdense de monseñor Setién y del obispo de Solsona. Y cito otra vez, por si se les olvidó, aquello del cura en el púlpito, no recuerdo ahora si mencionado por Unamuno o por Baroja: "No habléis español, que es la lengua de los liberales y del demonio". Así que guárdense las demagogias. Aquí la culpa la tenemos todos. Y en especial los golfos, los cobardes y los imbéciles.
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Pues la verdad es que no sé de qué carajo se sorprenden. Parece que los haya pillado de sorpresa el hecho de que los gudaris tengan ahora veinte años y sean analfabetos y fanáticos. Parece mentira, dicen. Todos esos jóvenes descarriados y manipulados, etcétera. Los oyes y parece que todo haya sido un descubrimiento reciente, un fenómeno espontáneo del que nadie se hace responsable. Cada vez que veo al lehendakari Ibarretxe llorando en público -el político más valorado del País Vasco, ojo- sobre lo malos que son los malos y cómo se niegan a portarse bien cuando se les piden las cosas por favor, y veo a Anasagasti, que toma distancias desde que a su señora madre quisieron hacerla carbonilla en un autobús, o veo a Arzalluz irritado porque los chicos de la gasolina se han vuelto chicos de la pistola y chicos del mando a distancia y lo están fastidiando más a él y al PNV que a los ocupantes españoles, que es a quienes tendrían que fastidiar -por lo menos- si tuvieran las ideas claras, sigo preguntándome si alguien se siente culpable de algo en este país de caraduras y primaveras en el que tengo la desgracia de vivir. Si alguien conoce el significado de las palabras responsabilidad y remordimiento.
A estas alturas no es ningún secreto que el retrato robot del etarra de nueva generación es el de un individuo muy joven, fanático, educado en el odio y la violencia, de bajísimo nivel cultural e intelecto no demasiado vigoroso. Y cada vez que aparece en la tele una foto, los datos biográficos confirman ese perfil. El detalle en el que nadie entra es que esos jóvenes suelen tener exactamente el mismo número de años que el PNV gobierna en Euskadi con amplísimas atribuciones que han convertido el País Vasco en una de las dos autonomías -la otra es Cataluña- más avanzadas e Independientes de Europa. Porque allí no son los malvados españoles centralistas los que forman a la Juventud, ni quienes crean el ambiente político adecuado para que estos jóvenes anhelen liberar su patria oprimida. Es el PNV el que lleva dos décadas formando a la juventud como le sale literalmente de los cojones. Los planes de estudio, los libros de texto, el corro de la patata en las ikastolas cantando contra lo español y la chusma inmigrante invasora, funcionan hace mucho, no sólo con impunidad, sino con el aliento de los que controlan AJuria Enea, y de la numerosa clientela que de la teta nacionalista mama y vive. Y con tales antecedentes, oh prodigio, resulta que ahora se sorprenden, mecachis en la mar, de que esos chicos violentos y fanáticos hagan lo que hacen. De dónde coño, se preguntan, habrán salido.
Pero no se trata de ellos solos. Porque en esta peña de fariseos, los otros, españolistas, o hispano vasquistas, o de izquierdas o de derechas, o como se llamen, parece que acaban de despertarse ayer.
Hay que ver qué malos y qué falsos son los del Peneuve, dicen. Cómo han consentido y consienten.
Pero ellos también han estado la mayor parte de esos veinte años que tienen Asier, o Edurne, o Mikel, dejando hacer y tocándose los huevos. Sabiendo adonde llevaba todo eso, pero bien calladitos para que no fueran a decir de ellos, por Dios que entorpecían la libertad o el progreso de los pueblos. O para gobernar. Nadie dijo ni pió cuando aparecieron hace quince o veinte años –el Pesoe gobernaba, por cierto, con los votos del PNV, y viceversa- los primeros libros de texto que hablaban de la opresión hispana y de la diferencia racial, en una España donde gracias a la reforma educativa de Maravall y Solana cada perro se lamió su órgano. Todos se callaron como putas, atentos cada cual a lo suyo, y sólo las han piado cuando los que estudiaron -poco, encima- en aquel ambiente y con aquellos libros de texto han empezado a pegarles, como era de esperar, tiros en la nuca. La derecha, porque no se notase mucho que era derecha; y encima va y se despierta no en la primera, sino en la segunda legislatura, y entonces se le ocurre condecorar a Melitón Manzanas. El Pesoe, ya ven.
Y la presunta izquierda -que tiene huevos llamarse izquierda con el payaso Fofo dirigiendo Ezker Batúa-, sin reconocer todavía su gran pecado: el gravísimo error histórico, no asumido oficialmente por nadie, de ser boba compañera de viaje del nacionalismo paleto y excluyente, olvidando el hecho de que la izquierda es solidaria e internacionalista, que nunca ha habido un nacionalismo de izquierdas en la puta vida, y que los caciques de pueblo son siempre aliados objetivos de los curas y de la derecha más reaccionaria y cerril. Y no me vengan ahora con eso de que este Reverte qué anticlerical y qué cabrón es, porque ya me sé la copla.
Acuérdense de monseñor Setién y del obispo de Solsona. Y cito otra vez, por si se les olvidó, aquello del cura en el púlpito, no recuerdo ahora si mencionado por Unamuno o por Baroja: "No habléis español, que es la lengua de los liberales y del demonio". Así que guárdense las demagogias. Aquí la culpa la tenemos todos. Y en especial los golfos, los cobardes y los imbéciles.
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Arturo Pérez-Reverte
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